¿Es natural?

By Tomás Varnet Pérez.

Digamos que existe un fenómeno que es altamente estimulante para las personas, y que éstas son capaces de pasar horas seguidas experimentándolo. Podríamos decir también, que existe una estructura que permite acceder continuamente a este fenómeno, en formas novedosas y diversas; sin mayor coste o esfuerzo para quien así desee hacerlo, siendo el único impedimento la voluntad de quien accede. En dichas condiciones, sería natural que las personas accedieran a este fenómeno durante gran parte de sus días, y a lo largo de varios días, semanas o meses, sin perder el interés o predilección por dicha actividad. Al cabo de un tiempo, seguramente habría cambios en la estructura o en el funcionamiento del cerebro de estas personas. Asimismo, cabe mencionar que es un fenómeno cuya manifestación depende en cierto grado del desarrollo de la tecnología, y que por lo mismo no tiene igual en la naturaleza.

Considere estas características mencionadas anteriormente. Frente a un fenómeno así, ¿cree que sería relevante algún grado de educación en su uso? ¿Sería necesario establecer una forma de regulación, sino su inmediata prohibición? ¿Estaría predispuesto a considerar este fenómeno como una amenaza hacia algún tipo de orden establecido, como algo nocivo y peligroso para las personas? Si la respuesta a alguna de estas preguntas fue afirmativa, ¿mantendría esta postura si fuese la música el fenómeno en cuestión?

Cuando respecto de la pornografía un compañero me pregunta el encabezado de esta columna, se invita hacia un callejón sin salida o un laberinto sin fin, dependiendo de la paciencia del interlocutor. Sea por apelación a la tradición, alguna forma de falacia naturalista o falacia de la “edad de oro” o quizás un tipo de ludismo contemporáneo, lo “natural” suele surgir como la vara con la cual medir en temas de contingencia e interés general.

Y es que la pregunta sobre la naturaleza o esencia del ser humano ha sido una constante en su historia: el cómo sería el ser humano auténtico, cómo se comportaría esa persona aislada de la sociedad. ¿Dormiría 8 horas en la noche de corrido? ¿Establecería relaciones monógamas? ¿Tendría una dieta omnívora? Si entendemos en su sentido global a la cultura como “todo lo que no es naturaleza”, ésta sería el velo el cual despejar, la capa o cáscara que impide acceder al núcleo, a la esencia del ser humano.

Sin embargo, no se trataría tanto de la cáscara de una naranja como lo sería de las capas de una cebolla. Justamente como lo estipulaba Aristóteles, el ser humano es el animal político, el animal social: “Sin amigos, nadie querría vivir”. Estamos hechos para la cultura y el contacto como los peces para el agua, y, del mismo modo, nos morimos al nacer si no hay un otro para cuidarnos. Es en el contacto con otros donde se actualiza nuestra naturaleza, siendo, de este modo, la pregunta por lo “natural” o acultural del ser humano, es una contradicción en sí misma.

Contemporáneamente, las investigaciones realizadas por Colwyn Trevarthen o Michael Tomasello no hacen sino reafirmar esta idea: los niños requieren del contacto con un otro para desarrollarse cognitivamente, para poner en práctica el lenguaje, para colaborar y para jugar; caso contrario, la deprivación social entorpece el desarrollo, viéndose de modo extremo en los casos de “niños ferales”.

Por tanto, volviendo por tanto al caso de la pornografía, no es suficiente el dar cuenta del carácter antinatural, estimulante y artificial del fenómeno para concluir un curso de acción o una valoración de éste. Es importante notar que independiente de las ideologías o creencias que se tenga al respecto, al igual que en el caso de la música, la pornografía es una realidad cultural, es una influencia social. Ha existido, existe y seguirá existiendo y mutando como lo ha hecho a lo largo de nuestra historia. Asumiendo esto, o se prosigue negándola como realidad, como secreto a voces, o pormenorizando su relevancia; o se decide poner sobre la mesa un tema que fuera de Latinoamérica lleva décadas siendo estudiada. De ahí que surge la necesidad de aproximarse desde el fundamento y la rigurosidad al presente tema, aun si el objetivo en ningún caso corresponda a un esfuerzo prohibicionista o censura, el cual estaría destinado al fracaso. Sí es una meta a lograr una aproximación íntegra al fenómeno, conociendo su naturaleza, sus matices y tipos, riesgos y beneficios en los distintos usos que le dan distintos tipos de personas; preguntas que poco o nada tienen que ver con su naturalidad o artificialidad, pero que sí permiten progresivamente un uso informado y responsable.