Una cuestión de lados y el punto.

Imagina que trabajas 50 horas a la semana y estás arriba de una micro 10 horas más, el trabajo es más menos agradable y te pagan alrededor de 300 mil pesos mensuales, poco más que el sueldo mínimo. Probablemente no tengas que imaginarlo, lo vives, ese es el panorama para una proporción importante de la fuerza laboral en Chile.

Imagina que las últimas 2 veces que te enfermaste fuiste a un centro de salud y tuviste que esperar por horas, para una atención que sirvió, aunque no te dejó muy satisfecho. Tampoco hay mucha necesidad de “imaginar” este caso.

Imagina que no puedes seguir estudiando saliendo del Liceo porque no cumpliste con los puntos de una prueba estandarizada o la mensualidad de alguna institución de educación “superior”. Te preguntaron cosas que nunca te enseñaron y te cobraban más de lo que gasta tu familia en todo el mes.

Imagina que te presentas en cualquier lado, para pedir trabajo, atención médica, la universidad, la municipalidad, una tienda, cualquier lugar y sientes algún tipo de rechazo solo por venir de donde vienes y parecer lo que pareces.

Yo imagino que la inmensa mayoría, eso espero, sienta algún tipo de molestia con las cuestiones que acabo de describir. Obviamente los que no imaginan esas situaciones, los que las viven a diario, se sentirán molestos porque los afecta, los golpea directamente. Pero también esperaría que se molestaran porque “otros” también se ven afectados. Esos “otros” son personas fuera de su familia, de su grupo social, de su religión, de su orientación sexual, de su etnia, de su edad, de su condición física y un largo etcétera, son “otros”.

Sin embargo, creo que a muchos les molesta solo porque sienten que están en el lado equivocado de la vereda. Y claro, es indudable que tenemos lados y esos lados son distintos, son desiguales y sentimos (justificadamente o no) que esa desigualdad no nos debería afectar a nosotros. Para muchos quizás es irrelevante si la desigualdad existe, mientras ellos estén del lado cómodo, no tan solo cómodos, sino que en el lado cómodo. En todo caso, creo que la mayoría sabe y siente que el lado cómodo usurpa prestaciones, facilidades, comodidades, ventajas que se logran con el trabajo del lado no-cómodo.

A pesar de lo anterior, hay unos pocos que no son tan pocos, que creen que el problema se soluciona solo con mejores sueldos, más médicos, más cupos universitarios y más de todo en general. Lo que parece implícito, creo yo, en esta postura es que el problema no es la desigualdad de los lados, por el contrario, es un aliciente para que precisamente todos se esfuercen para tener mejores sueldos, más médicos, más cupos universitarios y más de todo. Más aún, es importante que la desigualdad siga porque si el lado desigual gana lo que gana y yo gano siempre al menos el doble que ellos, mientras más ganen ellos, más ganaré yo, siempre que exista la desigualdad. Aunque claro, muy pocos de esos no tan pocos declaran abierta y claramente este gusto por la desigualdad, solo se quedan en defender sus beneficios económicos.

Pero parece, a mi parecer, que a esos no tan pocos les importa la diferencia con los otros, los del lado no-cómodo. Volvamos a imaginar. Imagina que estás en el lado cómodo, quizás has estado ahí siempre, sabes que tú y los tuyos ganan 3 millones al mes mientras los otros ganan 300 mil. Imagina que hay un cambio político y tú ahora ganarás 6 millones y el resto 600 mil, solo tienes que firmar un acuerdo, sabes que con 6 millones tu vida será aún más cómoda y claro, firmas. Pasado un mes con tu nuevo sueldo de 6 millones, te enteras que hubo un error y que los otros no recibieron 600 mil, sino que 5 millones 600 mil mensuales. Supongo que esto no te debería molestar, pero resulta que te indigna. Yo no entiendo porque tú en el lado cómodo te indignas, si ahora accediste a más de todo y todos accedieron a más de todo, pero sigues indignado y yo sigo sin entender, bueno, en realidad sí entiendo.

No hay necesidad de imaginarse cómo es el lado cómodo para saber que es cómodo. Pero quizás se siente cómodo no solo por las comodidades, sino por las distancias con el lado no-cómodo. Entonces cuando nos imaginamos que las fronteras con el lado no-cómodo se difuminan, aunque mi situación fuera aún más cómoda que antes (doble sueldo), parece que esa ausencia de diferencias (de varias veces de sueldo) con los otros provoca indignación (al menos a esos no tan pocos).

Por otra parte, cuando nos imaginábamos habitando en ese lado no-cómodo, claramente me siento afectado negativamente, porque claro, es no-cómodo ganar poco y no tener acceso a servicios básicos de buena calidad. Pero si ocurriera ese cambio político y al final ganas 5 millones 600 mil, probablemente te vas a sentir muy bien, aunque otros ganen 6 millones. Aunque intuyo que gran parte de ese sentirse bien se debe a que la brecha disminuyó, porque si ahora ganarás 5 millones 600 mil y los otros pasarán a ganar no 6 sino que 56 millones, entonces creo que ese sentirse bien ya no se sentiría tan bien.

Un último esfuerzo imaginativo. Sigues en el lado incómodo trabajando 50 horas, con poco acceso a educación y salud, pero sabes que todos tienen condiciones similares, todos trabajan muchas horas y no tienen buen acceso a buenos servicios que son derechos básicos. No estoy seguro de cómo se sentirían los que están de uno u otro lado en esta nueva situación, con fronteras difusas. Probablemente, creo yo, los del lado no-cómodo se sentirían mejor o al menos ya no se sentirían tan afectados negativamente, aunque en términos absolutos siguen en las mismas condiciones. Tampoco sería raro que muchos del lado no-cómodo se sintieran mejor por mera revancha, pero ese no es mi punto, no se trata que le quitemos al lado cómodo sus comodidades y las destruyamos para que se sientan no-cómodos. Por otra parte, los del ex-lado cómodo claramente se van a sentir mal, pero dudo que fuese así por siempre, tarde o temprano la mayoría se identificaría con el lado no-cómodo al que ahora pertenecen todos. En realidad ya no habría lados.

Pero insisto, no se trata de defender la idea que todos tengan que estar no-cómodos y renunciemos al camino de tener más de todo (para todos). Mi punto es que no nos importa solamente tener más de todo, también parece que nos importa cuánto tiene el resto, “esos otros”. En algunos caso nos molesta que otros tengan más que nosotros, en otros casos que otros tengan lo mismo que nosotros y en menos casos que otros tengan menos que nosotros. Parece, creo yo, que en cada grupo de molestias operan distintas emociones, distintos sentimientos, aunque ira y miedo quizás sean una constante.

No sé cuáles emociones y sentimientos están involucrados, de todo un poco será, espero que más adelante podamos investigarlo en la Fundación.

Mi punto (para empezar, no terminar) es que el bienestar personal y social guardan una estrecha relación con la equidad (igualdad, justicia, ecuanimidad o como quieran llamarlo), en simple, sin equidad no hay bienestar para ninguno, solo comodidad para unos pocos.

Foto: nssp.info